sábado, 21 de abril de 2012

Una mirada al Calvinismo : contraste entre la sabiduria humana y la Palabra de Dios


El “Calvinismo” adquiere su nombre de Juan Calvino  (1509 – 1564) quien  fue un  teólogo francés
considerado uno de los padres de la reforma protestante.  
 Juan  Calvino  no  inventó  u  originó  el  Calvinismo,  esta  herejía  es  un  conjunto  de  corrientes
sincréticas filosófico-religiosas que llegaron a mimetizarse con el cristianismo en los tres primeros
siglos de nuestra era de manera lenta y progresiva.  
Uno de  los exponentes más  célebres y aceptados del  gnosticismo  fue Agustín (354 - 430),  quien
nunca desechó las ideas fundamentales de su antigua filosofía gnóstica-maniqueísta.  
Agustín es  el  padre del  llamado  “pecado  original”  o “depravación  total  del  hombre” y  en base  a
esta  creencia  empleó  textos  bíblicos  que  siendo  torcidos  (2  Ped.  3:16)  apoyaron  su  creencia
gnóstica.
Agustín,  inició  la  práctica  del  llamado  “bautismo  infantil”  que  eliminaba  el  supuesto  pecado
original  de  los  niños.    Él  enseñaba  la  elección  incondicional  o  predestinación  arbitraria  de
individuos, negaba que el hombre  poseyera el “libre  albedrío” (pues lo había  perdido  en  el jardín
del Edén, según él) y afirmaba que los elegidos no podrían creer hasta que Dios les concediese la
“gracia capacitadora” esto es, la habilidad de entender y creer.
 "La fuente original fue el gnosticismo, una herejía que existió en el siglo primero. Los
gnósticos  (los  "conocedores")  decían  que  toda  materia,  incluyendo  el  cuerpo,  es
mala. Por lo menos  tres males resultaron de este error: 1)  El  ascetismo (Col. 2:20-
13;  1  Tim.  4:3,  algunos  creían  que  el  maltratar  el  cuerpo  "malo"  les  harían  más
"espirituales").   2)  El libertinaje (2 Ped. 2; Judas; 2 Tim. 3:1-9, algunos creían que
lo  que  el  cuerpo  hiciera  no  afectaría  el  alma;  por  eso  toleraban  y  promovían  toda
clase de pecado).   3)  Dijeron que Cristo no podía tener un cuerpo malo (1 Jn. 2:18;
4:2, 3)"
 Juan  Calvino  organizó  y  sistematizó  las  ideas  de  Agustín  de  Hipona  y  Martín  Lutero  (monje
agustino),  el  resultado  de  esto  fue  el  Calvinismo  también  llamado  “Tradición  Reformada”,  “Fe
Reformada” o “Teología Reformada”.

 El Calvinismo consta de cinco puntos básicos graficados en la siguiente lista: 
 
1. Depravación total del hombre
2. Elección Incondicional
3. Expiación Limitada
4. Gracia Irresistible 
 5. Perseverancia de los santos

 EXPLICACIÓN Y REFUTACIÓN DE LOS CINCO PUNTOS CARDINALES DEL CALVINISMO 


1.  Depravación  total  del  hombre.    Según  el  Calvinismo  el  hombre  está  completamente
depravado  habiendo  heredado  el  pecado  del  Adán,  y  naciendo  completamente  corrupto  por
herencia natural no puede hacer el bien, desear el bien o entender el bien.

REFUTACIÓN:  Según  la  Biblia  el  hombre  nace  completamente  inocente  y  libre  de  pecado.    El
pecado es algo que se comete (1 Jn. 3:4) no algo que se hereda, la propia definición de “pecado”
es inconsistente con la doctrina calvinista de “pecado heredado”.  
Según  la  Escritura,  el  pecado  no  se  hereda  ni  se  transfiere  (Ez.  18:20)  ya  que  el  intento  del
corazón  del  hombre  es  malo  desde  su  juventud  (Gen.  8:20)  los  niños  no  son  responsables
moralmente (Deut. 1:39).  Por estas razones el Señor Jesucristo nos manda ser como niños (Mat. 9:14) ellos son puros y sin pecado (1 Cor. 14:20).

 2.  Elección  Incondicional.  Según  el  Calvinismo  Dios  antes  de  la  fundación  del  mundo  eligió
incondicional e individualmente a unos para salvación eterna y a otros para perdición eterna.  Esta
predestinación calvinista pone a Dios determinando de antemano el destino final de individuos sin
que estos puedan hacer algo al respecto.
 REFUTACIÓN: Según la Biblia la elección  para  vida eterna se  encuentra  en  Cristo (Ef.  1:3-6).  La
salvación es condicional, las condiciones han sido reveladas en el evangelio a todo el mundo (Mr.
16:15-16) pues todo hombre puede obedecer (2 Tes. 1:8). El libre albedrío del hombre lo capacita
para decidir si obedecer o no, tanto así que Dios espera que el hombre obedezca (Heb. 5:9).
 La elección bíblica no  es individual, sino grupal (Rom. 8:29-30).  Dios ha escogido para salvación
a una clase de gente, con un carácter particular, estos son los que están en Cristo, su iglesia (Ef.
1:3-6;  5:25-26).    De  ahí  que  la  salvación  está  en  la  iglesia  de  Cristo  y  no  fuera  de  ella,  pues
Cristo es Salvador de su iglesia (Ef. 5:23).
Todos los obedientes son elegidos  por el evangelio (2 Tes. 2:13-14).  Todos los hombres  pueden
estar  en  Cristo  (Gal.  3:26-27)  si  obedecen  el  evangelio  (Rom.  1:16-17).   Los  que  desechan  la
palabra  de  Dios  se  condenan  así  mismos  (Hech.  13:46)  siendo  impersuasibles  por  su  propia
determinación (1 Ped. 2:8, Jn. 3:20).
La  elección  bíblica  no  involucra  la  aprobación  incondicional,  Dios  elige  con  propósitos  bien
definidos  (1  Ped.  2:9;  Fil.  2:15)  por  el  evangelio  (2  Tes.  2:13-14).    La  elección  bíblica  es
condicional.
 La  predestinación  calvinista  es  falsa  porque  contradice  la  naturaleza  de  Dios,  la  naturaleza  del
evangelio y  la  naturaleza  del  hombre.   Dios  es justo,  a todos  da la oportunidad  de salvación  (2
Ped. 3:9).  El evangelio es para todos, para que todos sean salvos (Mar. 16:15).  El hombre tiene
libre albedrío, por lo tanto puede obedecer (2 Tes. 1:8; 2:10).

3. Expiación Limitada.  Según el Calvinismo Cristo murió positiva y efectivamente para salvar a
cierto  número  fijo  de  pecadores  pagando la  deuda por  estos elegidos,  haciendo  satisfacción por
ellos a la justicia del Padre, e imputando su propia justicia a ellos para que sean salvos.
 REFUTACIÓN:  Según  la  Biblia  Dios  envió  a  su  Hijo  a  morir  por  todos  (Jn.  3:16-17)  y  esto  es
precisamente lo Cristo hizo (Heb. 10:5-10), por esto Cristo es la propiciación por los pecados “de
todo el mundo” (1 Jn. 2:2).
 La  obra  de  Cristo  en  la  cruz  es  eficaz  para  la  salvación  del  mundo  (Jn.  6:51)  por  esto  él  es
llamado por Juan “el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Jn. 1:29).
¿Cómo  puede  ser  posible  que  los  hombres  limiten  el  sacrificio  de  Cristo  a  unos  pocos  elegidos
arbitrariamente según el Calvinismo?

 4. Gracia  Irresistible.   Según  el Calvinismo  el  hombre  es  incapaz  de  obedecer al  llamado  del
evangelio,  ya  que  está  corrupto  y  depravado  desde  el  vientre  de  su  madre,  por  lo  tanto  Dios
emplea  el  llamado  del  Espíritu  por  la  gracia  irresistible en  el corazón  de  los  elegidos  lo  cual  no
puede ser frustrado y siempre resultará en la salvación de los predestinados.  
El  Calvinismo  afirma  que  cuando  el  Espíritu  Santo  llama  por  su  gracia,  ese  llamamiento  es
irresistible,  no  pudiendo  ser  frustrado,  ya  que es  la  manifestación  de  la gracia irresistible  de  un
Dios soberano.
 REFUTACIÓN:  Según  la  Biblia  la  gracia  puede  ser  resistida  por  el  hombre  (Gal.  2:21)  y  los
creyentes pueden caer de ella (Gal. 5:4).  Tanto así, que el apóstol Pablo amonestó a los corintios
“Así que, el  que piensa estar firme, mire que  no caiga” (1 Cor.  10:12)  y afirmó de sí mismo “no
sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado” (1 Cor. 9:27).
 El Calvinismo mira a la gracia de Dios como a “una fuerza” o “energía que mueve al hombre”, esta
premisa  es  totalmente  equivocada.    La  soberanía  de  Dios  no  vulnera  el  libre  albedrío  de  los
hombres.
Según  las  Escrituras  la  gracia  es  el  amor,  la  bondad  y  la  misericordia  de  Dios  expresados  al
hombre que no lo merece (Ti. 2:11; 3:4-5).  La gracia enseña (T i. 2:11-12) a los que prestan oído
a ella (Hech.  13:43).  La gracia es conferida a través  del evangelio y es  inseparable de él (Hech.
20:24,  32).    Por  este  motivo,  todo  aquel  que  rechaza  el  evangelio  desecha  la  gracia  y  el  que
persevera  en el  evangelio persevera en la gracia de  Dios (Hech.  13:43; 15:11; 2 Tim. 2:1; Heb.
12:15; 2 Ped. 3:18).
 El  evangelio  es  un  mensaje  comprensible  que  debe  ser  predicado  y  enseñado  a  los  hombres
(Hech.  5:21,  28;  13:6,  7,  12;  17:16-20;  etc).    La  recepción  del  evangelio  depende  del  tipo  de
corazón  de  los oyentes  (Lucas 8:15).   El evangelio es  poder de Dios  “para  todo  aquel  que cree”
(Rom.  1:16)  y  por  este  motivo  actúa  poderosamente  en  los  creyentes  (1  Tes.  2:13)  pero  es
inocuo en los impersuasibles (1 Pedro 2:8).

5. Perseverancia de los santos. Según el Calvinismo el hombre no se puede salvar a sí mismo,
entonces,  Dios tiene  que salvarlo y proveerá  el  medio  para que los ya salvos jamás caigan de la
gracia y también los preservará para la vida eterna.   Es decir, una vez salvo, siempre salvo.
 REFUTACIÓN:  Según  la  Biblia  el  creyente  puede  caer  de  la  gracia  y  perderse  (Heb.  6:4-8)  o
permanecer en ella según su determinación y decisión personal (1 Ped. 5:12).  
El  hombre  no  ha  perdido  el  libre  albedrío, sino  que siempre,  según  su  libre albedrío,  el  hombre
razona, elige y actúa (Mat. 7:13-14).
Nunca  el  Señor  Jesucristo  enseñó  que  los  individuos  una  vez  salvos  serían  siempre  salvos,  al
contrario,  el  Señor  amonestó  a  sus  discípulos  a  perseverar  en  la  fe  (Mat.  10:22,  Apoc.  2:10)
haciendo la voluntad del Padre que está en los cielos (Mat. 7:21-23; Luc. 6:46).  
Tres apóstoles de Jesucristo dejan claro que existe la posibilidad de apostasía y que el pueblo de
Dios debe velar por ajustarse a las Escrituras (1 Timoteo 4:1; 2 Ped. 2:15; 2 Juan 9-11).  
¿Recuerda cómo apóstol Pablo amonestó a los corintios? “Así que, el que piensa estar firme, mire
que no caiga” (1 Cor. 10:12). ¿Recuerda lo que el apóstol Pablo afirmó de sí mismo? “no sea que
habiendo  sido  heraldo  para  otros,  yo  mismo  venga  a  ser  eliminado”  (1  Cor.  9:27).    Por  las
razones  antes  expuestas, le cristiano  nunca  se relaja sino que  esperando la  venida  del  Señor se
purifica así mismo perfeccionando la santidad (1 Jn. 3:2-3; 2 Cor. 7:1).



 LA IMPUTACIÓN TRIPLE DEL CALVINISMO 




IMPUTAR: Atribuir a otro una culpa, un delito o una acción (Larousse).

La imputación triple es la consecuencia lógica del Calvinismo, producto de la creencia en los cinco
puntos  cardinales  sistematizados  por  Juan  Calvino  (descritos  y  refutados  arriba).    Si  los  cinco
puntos  cardinales  del  Calvinismo  son  falsos  (y  esto  es  precisamente  lo  que  son)  entonces  la
imputación  triple  también  es  una  mentira,  una  doctrina  desconocida  en  las  Escrituras  (1  Ped.
4:11).
 Según  el  Calvinismo  la  humanidad  hereda  el  pecado  de  Adán,  naciendo  cada  criatura  humana
(Mar.  16:15)  con  naturaleza  corrupta  y  depravada  (lo  que  el  catolicismo  llama  el  “pecado
original”).    Entonces  cuando  Cristo  muere  en  la  cruz  él  se  convierte  en  un  pecador  ya  que  el
pecado  de  la  humanidad  es  atribuido  (imputado)  a  él.    Según  el  Calvinismo,  entonces,  Jesús
muere  como  un  pecador  sufriendo  el  infierno  de  la  separación  del  Padre  celestial.    Esto  no  es
bíblico, no hay mención de tales “imputaciones” en las Escrituras.
 Según el Calvinismo  el  creyente nunca logra ser  verdaderamente  “justo”,  pues en  realidad tiene
sobre su  injusticia y pecado la  “justicia personal” de Cristo  que le cubre, de ahí viene la creencia
errónea de que el hombre es  “salvo por la justicia personal de Cristo” o por “lo méritos de Cristo”.
Y como consecuencia lógica, de todo lo anterior, viene la idea errónea y popular de que “nadie es
perfecto”,  pero  recuérdese  que  Dios  demanda  de  sus  hijos  la  perfección  (2  Cor.  13:9,  11;  Fil.
2:12; 3:15).
 Según las Escrituras el hombre es responsable de su conducta teniendo la potestad de elegir entre
lo  bueno  y  lo  malo  siendo  totalmente  capaz  de  discernir  el  evangelio  (Mar.  16:15-16).  Si  los
pecadores no pueden entender, aprender y creer el evangelio ¿Para qué entonces Cristo mandó a
predicarlo? Recordemos, además, que los niños  no son  pecadores  en  ningún  sentido (Ez. 18:20;
Rom. 7:9; Deut. 1:39; Gen. 8:21; Ec. 7:29; 12:1) los niños no son responsables de pecado, pero
sí deben ser instruidos en disciplina y amonestación (Prov. 13:24; Ef. 6:4).
 El hombre no tiene la capacidad  de  establecer lo  bueno y lo malo, esto lo hace Dios  (Jer. 10:23;
Prov. 14:12), pero el hombre sí puede aprender a hacer lo bueno (Rom.  6:17-18; 1 Tim. 2:7) el
hombre sí puede obedecer (Heb. 5:9) y  esto  es precisamente lo  que Dios  espera  que el hombre
haga (2 Tes. 1:8).

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