miércoles, 18 de abril de 2012

Escudriñad las Escrituras


Muchas personas están contentas con su ignorancia de la palabra y voluntad de Dios. Dicen algunos, "Los pastores de las iglesias son hombres educados pero no están de acuerdo en cuanto a la Biblia, y si ellos están divididos, ¿cómo puedo yo saber cuál es la verdad?" Re­cuerde una cosa, amigo nuestro, que estos pas­tores que se llaman el clero (cosa desconocida en la Biblia) son hombres falibles. Y además, ellos tuvieron que asistir a una escuela especial de su iglesia, un seminario religioso que en­trena a sus predicadores, y allí fueron instrui­dos en la doctrina peculiar de su denomi­nación.
Ellos tienen que torcer la Biblia para dar apoyo aparente a su doctrina y a su iglesia fun­dada por los hombres. Desde luego, todos estos pastores están divididos, porque sus iglesias es­tán divididas. El clero romano, Martín Lutero, Juan Calvino, Juan Wesley, José Smith, etc. han determinado las doctrinas de sus respectivas iglesias, y los pas­tores de estas iglesias son obligados, ge­neración tras generación, a perpetuar los cre­dos de ellas.
Pero usted puede hacer a un lado todo sis­tema religioso de los hombres. Usted puede ir más allá del sectarismo, para llegar a la fuente de la sencilla religión de Jesús. Puede volver a un tiempo antes de la fundación de la Iglesia Católica Romana (la primera de las sectas principales humanas); es decir, usted puede volver al primer siglo para encontrar en las páginas del Nuevo Testamento la iglesia origi­nal, la única iglesia conocida (reconocida, aprobada) por Jesús, la iglesia que El estable­ció (Mat. 16:18), que El compró con su sangre, (Hech. 20:28), y que El salvará (Efes. 5:23). Esta iglesia no es Católica ni Protestante, sino el reino de Dios, (Mat. 16:18, 19; Col. 1:13), el templo de Dios, (1 Cor. 3:16) la casa de Dios, (1 Tim. 3:15).
No se confunda, pues, por los muchos dog­mas de hombres y de iglesias humanas, sino es­tudie usted mismo la Biblia y piense por sí mismo. No acepte la palabra de ningún hom­bre. Oiga usted a Dios, a su Hijo Jesucristo, y a sus inspirados escritores.
Ud escuchara por ahi a muchos predicadores actuales apoyando sus enseñanzas en Charles Spurgeon,George whitefield,Jonathan EduardsMartin Lutero,John Huss,john wyclif,etc  YO SOLO ME GUIO POR LO QUE ENSEÑABA PABLO,PEDRO,JUAN,ESTEBAN,ETC. POR  EVANGELIO PURO DE CRISTO,NO POR FABULAS Y DOCTRINAS DE HOMBRES.
Muchos de ellos hasta hablan en contra de la Doctrina de la Prosperidad.. cuelan el mosquito,pero  se tragan el camello (Mt 23:24) enseñando otras cosas ajenas a la Sana Doctrina.
¿Quién tiene razón? La Biblia; Dios tiene razón. Usted será juzgado por esta palabra; por eso, usted puede saberla y vivir por ella. "Guardaos de los falsos profe­tas" (Mat. 7:15).

¿Qué enseña la Biblia? Parece que muchos creen que la respuesta depende de qué religión sea; es decir, creen que la misma Biblia dice distintas cosas a distintas personas. Todos proclaman que "La Biblia dice" aunque enseñen "como doctrinas, mandamientos de hombres" (Mateo 15:9).  

 "Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí" (Juan 5:39). Cada día de reposo (cada sábado) los judíos asistían a la sinagoga para escudriñar las Escrituras. Fielmente leían los libros de la ley de Moisés, los profetas y los salmos, y al hacerlo esperaban recibir la vida eterna.
Pero lamentablemente no buscaban a Cristo. No buscaban la verdad. "Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos, pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará" (2 Corintios 3:15, 16). ¿Por qué había velo sobre su corazón? Porque al leer las Escrituras ya tenían sus propios pensamientos acerca del Mesías. Esperaban otro rey como David que vendría para quitar el yugo de Roma y para exaltar a Israel entre las naciones del mundo.
Por eso, no entendían que el Mesías, el Hijo de David, vendría para morir en una cruz romana para quitar los pecados del mundo, y a consecuencia de esa idea preconcebida, ellos rechazaron a Jesús de Nazaret. De hecho, "los habitantes de Jerusalén y sus gobernantes, no conociendo a Jesús, ni las palabras de los profetas que se leen todos los días de reposo, las cumplieron al condenarle" (Hechos 13:27).
Pero hoy en día muchos cometen el mismo error, es decir, llegan al estudio bíblico con ideas preconcebidas. Escudriñan las Escrituras, pero lo hacen después de comprometerse a cierta religión ,iglesia o creencia y, por eso, al leer la Biblia tienen un velo puesto sobre el corazón que no les permite entender el evangelio, el verdadero plan de salvación, la naturaleza del reino, y muchos otros temas relacionados con estos.
Al escudriñar las Escrituras tales personas buscan textos de prueba. Habiendo aceptado la doctrina de cierta religión o iglesia, ya no escudriñan las Escrituras como niños dóciles para aprender la verdad, sino como representantes de su religión  o iglesia que están resueltos y obligados a probar que las doctrinas de su iglesia son bíblicas.
Jesús dijo a los judíos, "y no queréis venir a mí para que tengáis vida" (Juan 5:40). Ellos esperaban la vida eterna, pero sin Cristo, el Autor de la vida. Así también hoy en día muchos esperan la vida eterna sin aceptar el evangelio verdadero de Cristo, y sin ser miembros del cuerpo de Cristo, su iglesia que compró con su preciosa sangre (Efesios 1:22, 23; Hechos 20:28).
Seamos, pues, como los de Berea: "Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así" (Hechos 17:11). ¿Puede cada persona hacer esto? Claro que sí. No solamente puede hacerlo, sino que debe hacerlo, porque "cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí" (Romanos 14:12). Si ningún otro puede responder por nosotros en el juicio del Día Final, conviene que cada uno escudriñe las Escrituras por sí mismo. "Examinadlo todo; retened lo bueno" (1 Tesalonicenses 5:21).
"Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos, y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos" (Mateo 18:2, 3). Con esta comparación Jesús nos enseña la necesidad de que humildemente nos sometamos a su voluntad, en lugar de escudriñar las Escrituras para justificarnos en el error.
Jesús dice, "Buscad, y hallaréis" (Mateo 7:7), pero para encontrar los verdaderos tesoros de su gracia, es necesario buscar con sinceridad.

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