sábado, 8 de junio de 2013

La orden fue anunciar el evangelio,no la ley


En el Nuevo Pacto no celebramos las ceremonias del Antiguo porque son SOMBRAS;no ofrecemos sus sacrificios porque tenemos el perfecto sacrificio de Jesucristo; no estamos sujetos a sus leyes morales porque exigen algo que no podemos dar:la perfección.

Por el sistema de la gracia cumplimos la justicia de la ley sencillamente por andar conforme al Espíritu,no conforme a la carne.  EL PACTO ANTIGUO CONTIENE LEYES CEREMONIALES, SACRIFICIALES Y MORALES,PERO ES UN SOLO PACTO.

"La ley","la ley de Dios",y"la ley de Moisés"es UNA MISMA LEY (Lucas 2:22-24,27,39;IIReyes21:8;IICrónicas33:8).

Hay leyes (o sea mandamientos)ceremoniales y leyes morales pero TODAS son parte del mismo pacto antiguo,NO de dos pactos diferentes.
Hay muchas leyes de moralidad además de las que se encuentran en los diez mandamientos. Es decir que lo que algunos religiosos EQUIVOCADAMENTE llaman la ley"ceremonial"contiene MUCHAS leyes MORALES (Éxodo22:2, 22;23:2;Levítico19;Deuteronomio 16:13,18,19;17)
Si cumplimos una parte de la ley,tenemos que cumplir TODO (Gálatas 5:3;Santiago2:10,11).
Fíjese bien que esto es cierto de leyes "ceremoniales"como la circuncisión y leyes "morales"como"no matarás.
Algunas veces es hecha una distinción entre la ley moral y la ley ceremonial, o la “Ley de Dios” y la “Ley de Moisés”. 

Es admitido por aquellos que hacen está distinción que la “ley ceremonial” o la “Ley de Moisés” fue abolida, pero dicen que la “Ley de Dios”, la “Ley moral” aún permanece. 
 Esto es hecho frecuentemente en un esfuerzo por encontrar autoridad para la guarda del día de reposo hoy día. 
 La Biblia no hace tal distinción.  Los términos “Ley de Dios” y “Ley de Moisés” son usados intercambiablemente (Esd. 7:6; 2 Cr. 34:14; Neh. 8:1-3,8-9).  Hay una referencia a ciertas cosas ceremoniales que están escritas en la ley del Señor (2 Cr. 3:13).  La distinción que hace el hombre falla todas las veces por el afan de justificar la practica de observar el dia sabado.  
Cuando los escritores del Nuevo Testamento hablaron de la ley, hicieron referencia a los libros en cada división del Antiguo Testamento — La Ley de Moisés, los Profetas y los Salmos (Luc. 24:44).  Esto es suficiente para mostrar que la distinción que hace el hombre entre la ley de Dios y la ley de Moisés no es verdadera.
Puesto que el antiguo pacto ha sido abolido, nadie puede apelar a éste para apoyar cualquier enseñanza religiosa para atarla u obligarla sobre el hombre hoy día.  Fue dado solamente a los Judíos y aún así ahora están liberados de este.  Como orden religiosa la Ley Judía llegó a un fin con la muerte de Cristo.  Como institución civil, la nación Judía duró hasta el 70 D.C., cuando Jerusalén fue destruida por el gobierno Romano.
El Antiguo Pacto fue dado a un pueblo diferente bajo una dispensación de tiempo diferente.
  No podemos aprender en el Antiguo Testamento lo que debemos hacer para ser salvos.  Esta información se encuentra solamente en el Nuevo Testamento.Para aquellos que piensan que la salvación se puede obtener por guardar los Diez Mandamientos presentamos la sencilla y apremiante declaración del Señor Jesús:  “... porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis” (Jn. 8:24).  Uno podría guardar todos los diez mandamientos, morir, y estar perdido.  La fe en Cristo no fue enseñada en el Antiguo Pacto, sino que es una necesidad fundamental en el Nuevo Pacto. 
El libro de Hebreos enseña que el nuevo pacto es mejor y más excelente que el antiguo pacto.  El libro dice claramente que un cambio de sacerdocio del Levítico u orden Aarónico a uno según el orden de Melquisedec necesitó un cambio en la ley (Heb. 7:11-12).  Hebreos muestra que Cristo quitó el primero para establecer el segundo (Heb. 10:8-10). 1. El libro de Hebreos enseña que el Nuevo Pacto es Mejor.a. El tema del libro de Hebreos es lo “mejor”.  Todas las profecías del Antiguo Testamento, ángeles, mediadores, provisiones de reposo, y sacerdotes, junto con el pacto y los sacrificios son descritos como siendo buenos, pero el Nuevo Pacto y todo lo que disfrutamos como resultado de éste es representado como“mejor”.  
Cerca de 900 años después de hacer el pacto en el Sinaí , el Señor declaró que haría un nuevo pacto (Jer. 31:31-34).  
Cuando el Señor anunció que haría un nuevo pacto, dio por viejo al primero (Heb. 8:13). 
Cristo vino a cumplir el primer pacto, quitarlo, y traer un nuevo pacto (Mat. 5:17-18).  ¿Cuándo hizo esto? Clavó la ley en la cruz (Col. 2:14-17).  No debemos permitir que nadie nos juzgue con respecto a las ordenanzas del Antiguo Testamento tales como comer, beber, días de fiesta, lunas nuevas, días de reposo, etc.  Todo esto es sombra de las buenas cosas que disfrutamos ahora en Cristo.b. Cristo abolió en su carne lo que produjo la enemistad entre los Judíos y Gentiles (Ef. 2:14-17).  
La Ley tenía que ser quitada antes que los Gentiles pudieran ser reconciliados con Dios junto con los Judíos en un sólo cuerpo.  Pablo enseña que el pacto que fue grabado con letras en piedra ha sido “abolido”, ha desaparecido, y superado por un pacto mas glorioso (2 Cor. 3:1-16).  
La ley fue dada a Israel en el Sinaí, y a ningún otro pueblo de la tierra
según las Sagradas Escrituras, la ley fue dada única y exclusivamente a un pueblo, el pueblo hebreo y a ningún otro pueblo de la tierra.
No existe ni un versículo  donde se ordene predicar la ley a los gentiles. La ley fue para un pueblo. El evangelio es para toda criatura. El Señor envió a sus discípulos a predicar el evangelio y no la ley.
voy a citar un versículo que dice algo, tanto como que establece la incompatibilidad y lo irreconciliable de que el pecador pueda ser salvo por gracia y por guardar la ley al mismo tiempo.
Me refiero a Romanos 11:6: “Y si por gracia, luego no por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra”. Esto demuestra que la salvación no puede ser por gracia y por obras; tiene que ser gracia sola ó por obras solas. Y ¿a qué obras se refiere aquí? ¿Se refiere a la ley? Puede verse comparando el texto citado con Romanos 3:20, donde dice: “Porque por las obras de la ley ninguna carne se justificará delante de él”. Y escribiendo Pablo a los gálatas (2:16) les decía: “Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo”. En Efesios 2:8-10, dice: “Porque por gracia sois salvos por la fe”.
Lealo bien y grítalo para que suene lejos: “Por gracia sois salvos por la fe; y esto no es de vosotros, pues es don de Dios”. Aun de la fe no se puede gloriar el hombre, porque también es don de Dios. “Por gracia sois salvos por la fe…”, y añade Pablo para que no haya lugar a dudas: “no por obras, para que nadie se gloríe”.


Judaizantes : no por obras, para que nadie se gloríe


Cuando Dios proclamó la ley, el pacto de las obras desde lo alto de aquel Sinaí, envuelto en fuego, lo hizo en un idioma y dirigiéndose exclusivamente a un pueblo.
Pero cuando Cristo resucitó de entre los muertos, envió sus mensajeros de salvación y les dijo: “Id por todo el mundo; predicad el evangelio a toda criatura”.
El caudaloso río de la gracia de Dios, cuyo lecho había sido descubierto por la Sangre del Cordero, debía desbordarse por la energía del Espíritu Santo, mucho más allá del estrecho recinto del pueblo de Israel y derramarse en abundancia sobre un mundo manchado por el pecado. ;Cuando Dios le dio la ley a Moisés, y éste bajó del monte con las tablas, aquel día tres mil israelitas fueron muertos. ¡Que cuadro tan fiel de lo que era el ministerio de la ley tenemos en Éxodo 32, cuando Moisés desciende y arroja las tablas al suelo, ante la realidad del pecado del hombre, y las tablas se hacen pedazos, simbolizando la fragilidad de aquel pacto que el hombre no podría cumplir, y seguidamente la muere de los tres mil como bautismo de sangre de aquel ministerio de muerte y de condenación! En cambio, cuando descendió el Espíritu Santo en los días de Pentecostés, tres mil muertos en delitos y pecados fueron salvados. La ley y la gracia nunca jamás estarán de acuerdo. Esta diferencia está bien marcada en Hechos 15:10-11: “Ahora pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos yugo (esto es la ley) que ni nosotros ni nuestros padres hemos podido llevar?”Así que la ley era un yugo imposible de llevar, antes, ahora y siempre. ¿Cuál era, entonces, la esperanza de salvación de los apóstoles? “Antes por la gracia del Señor Jesús creemos que seremos salvos”.
El diccionario define la “ley” como: “Regla obligatoria”, y la “gracia” como: “Favor que hace uno sin estar obligado a ello”. Una corta definición de gracia pudiera ser: “el amor y favor de Dios para con los que no lo merecen”.
De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me ha enviado, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas pasó de muerte a vida”. (Juan 5:24) “El que oye y cree”, nada de obras. El que oye y cree, “tiene vida eterna”
si para salvarme tengo que cumplir la ley, entonces Dios no me regala nada, puesto que si no la cumplo me condena. 
Si yo le hago un trabajo a un hombre, cuando voy a cobrar y él me paga, no le debo ninguna obligación.
 Yo trabajé y cobro mi trabajo; él me paga lo que yo merezco y no hizo otra cosa que cumplir con un deber. Si una persona cumple la ley, tiene derecho a ir al cielo sin agradecerle nada a nadie, porque al infierno van los que no la cumplen. De aquí la gran verdad de que la salvación se alcanza por gracia pura, humilla al hombre y ensalza a Dios. Por eso la salvación es para el que no hace obras, “pero cree en aquel que justifica al impío”. 
Voy a citar un versículo que dice algo, tanto como que establece la incompatibilidad y lo irreconciliable de que el pecador pueda ser salvo por gracia y por guardar la ley al mismo tiempo.
 Me refiero a Romanos 11:6: “Y si por gracia, luego no por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra”. 
Esto demuestra que la salvación no puede ser por gracia y por obras; tiene que ser gracia sola ó por obras solas. Y ¿a qué obras se refiere aquí? ¿Se refiere a la ley? Puede verse comparando el texto citado con Romanos 3:20, donde dice: “Porque por las obras de la ley ninguna carne se justificará delante de él”. 
Y escribiendo Pablo a los gálatas (2:16) les decía: “Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo”. En Efesios 2:8-10, dice: “Porque por gracia sois salvos por la fe”. Léelo bien lector y grítalo para que suene lejos: “Por gracia sois salvos por la fe; y esto no es de vosotros, pues es don de Dios”. Aun de la fe no se puede gloriar el hombre, porque también es don de Dios. “Por gracia sois salvos por la fe…”, y añade Pablo para que no haya lugar a dudas: “no por obras, para que nadie se gloríe”.



La ley fue dada al pueblo de Israel,no a los Cristianios


La ley fue dada a Israel en el Sinaí, y a ningún otro pueblo de la tierra.
 En el libro de Levítico, capítulo 26 y verso 46, dice: “estos son los decretos, derechos y leyes que estableció el Señor entre sí y los hijos de Israel en el monte de Sinaí por mano de Moisés”.
Y en 27:34 del mismo libro añade: “Estos son los mandamientos que ordenó el Señor a Moisés, para los hijos de Israel”.
 ¿A qué mandamientos se refiere aquí el escritor? 
Pues a todo lo que queda escrito atrás de Levítico 27. En Deuteronomio 5:2-3, dice así: 
“El Señor nuestro Dios hizo pacto con nosotros en Horeb. No con nuestros padres…, sino con nosotros, los que estamos aquí hoy”.
Pablo afirmó esto mismo cuando hablando de los grandes privilegios de los israelitas como nación, dijo que entre otros privilegios tenían el de que Dios les había dado a ellos la ley. (Romanos 9:4). 
Pablo mismo en el año 58 de nuestra era, escribiendo a una iglesia de cristianos, procedentes del judaísmo y del gentilismo, dijo estas palabras: “Porque los gentiles no tienen ley”. Quiere decir, ellos no tienen una ley escrita como la tienen los judíos. (Romanos 2:14).
 Y escribiendo a los corintios, (1ª Cor. 9:20,21) dijo: “Me he hecho a los judíos como judío…; a los que están sujetos a la ley como sujeto a la ley. A los que son sin ley, como si yo fuera sin ley”. Aquí Pablo de una manera clara y terminante, determina que solamente los judíos estaban sujetos a la ley, pero los gentiles “son sin ley”. Y ahora, ¿cuál era la situación de Pablo como judío convertido al cristianismo? Pues muy claramente, Pablo nos dice que él ya no está sujeto a la ley de los judíos, ó sea a la del Sinaí, sino a “la ley de Cristo”, al Nuevo Testamento.
Así, pues, según las Sagradas Escrituras, la ley fue dada única y exclusivamente a un pueblo, el pueblo hebreo y a ningún otro pueblo de la tierra.
No hay ni  un versículo  en donde se ordene predicar la ley a los gentiles. 
La ley fue para un pueblo. El evangelio es para toda criatura. El Señor envió a sus discípulos a predicar el evangelio y no la ley.
Cuando los apóstoles, en cumplimiento del mandato de Cristo, predicaron a los gentiles que no tenían ley, su mensaje fue éste: “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo”. (Hechos 10:43 y 16:31).
En los días en que mataron a Esteban, sobrevino una persecución a los cristianos de Jerusalén y algunos llegaron hasta Antioquía de Siria, y se nos dice (Hechos 11:20) que “hablaron a los griegos (gentiles) anunciando el evangelio del Señor Jesús”. “Y la mano del Señor era con ellos: y creyendo, gran número se convirtió al Señor”. De la iglesia que se constituyó allí en Antioquia es que fue Pablo pastor varios años, y fue aquella la primera iglesia compuesta, al menos en gran parte, por gentiles.Después de unos cuantos años, fueron algunos judíos cristianos de Jerusalén a Antioquía, y al ver que aquellos hermanos no guardaban la ley de Moisés, les empezaron a decir:
 “Si no os circuncidareis conforme al rito de Moisés no podéis ser salvos”. Pablo y Bernabé y los demas discipulos predicaban que el pecador era salvo por creer en Cristo, pero ahora vienen “algunos de Judea”, que dicen que eso no es así; que hay que creer en Cristo y someterse a le ley de Moisés. 
Esto alarmó a los cristianos de Antioquia, y suscitó una muy violenta discusión entre Pablo y Bernabé, de una parte, y los judíos procedentes de Jerusalén, de la otra. ¿Estarían Pablo y Bernabé equivocados en cuanto a las doctrinas que predicaban? Como es muy lógico, los miembros de aquella iglesia quisieron aclarar de manera definitiva el asunto, porque no estaban dispuestos a correr el riesgo de creerse salvos y estar perdidos; esperar ir al cielo, según les decían los pastores, pero al fin ir al infierno, según los judaizantes de Jerusalén.En este difícil problema, la iglesia determinó que Pablo, Bernabé y una comisión de miembros en representación de toda la iglesia, fuesen a Jerusalén y allí en presencia de los Apóstoles, los Ancianos y todos los creyentes determinasen de una vez y para siempre, si los gentiles debían y tenían que someterse a la ley de Moisés ó no. 
La comisión llegó a Jerusalén y “fueron recibidos por la iglesia, los Apóstoles y Ancianos” y les contaron el motivo por el que venían. (Véase Hechos 15:1-20).
Después que la iglesia oyó el motivo que les traía, dice el verso 5, que “algunos de la secta de los fariseos, que habían creído, (en Cristo) se levantaron, diciendo; Es necesario circuncidarlos ( ¿a quién?, a los miembros de la iglesia de Antioquia y a todos los gentiles que se convirtieran) y mandarles que guarden la ley de Moisés”. 
Llamo la atención al hecho muy importante de que el término “la ley de Moisés”, comprende todo lo que Moisés dejó escrito, y no solamente a los diez mandamientos, como pretenderán decir los adventistas y otros judaizantes.

sábado, 1 de junio de 2013

VIDEO :Mensaje de ex pastor de la iglesia universal del reino de Dios

La ley fue nuestro ayo para llevarnos a Cristo


Dios hizo un pacto con Abrahám y el pacto comprendía UNA promesa. ¿Cuál era ésta? Que en la simiente de Abrahám serían benditas (dichosas, felices) todas las naciones de la tierra. ¿Y cómo recibirían esa bendición, por la fe ó por las obras? La respuesta que da Pablo es que sería por la fe. ¿A qué simiente se refería la promesa de Dios?: A CRISTO (Gálatas 3:16) “Y a tu simiente la cual es Cristo”.
El estudiante de la Palabra de Dios debe tener en cuenta que ésta era una promesa hecha por Dios, y basada en la soberanía de su infinita misericordia; no había mediador alguno aquí, porque la promesa no encerraba ninguna condición a la cual ambas partes debían sentirse obligados a cumplir. Aquí Dios promete y el hombre, miserable e indigno recibe. Dios le promete bendecirlo en Cristo, y es Dios quien lo promete y quien lo hará.
Pero ahora dice Pablo, y lo basa en el Antiguo Testamento, que 430 años después de esta promesa dada por Dios a Abrahám, Dios dio el pacto de la ley. (Gálatas 3:17). Pero este pacto no descansaba en la gracia soberana de Dios, sino que había aquí dos partes, y dos partes que estaban en desacuerdo, por lo cual fue necesario UN MEDIADOR (un árbitro), (Gálatas 3:19-29) que fue Moisés.
Este pacto estaba condicionado: Dios lo proponía con las bendiciones y maldiciones inherentes y el pueblo se comprometía a cumplirlo, “Cada día, cada semana, cada mes, cada año y así repetidas veces”. ¿Cuál fue el resultado? Que Dios cumplió con su parte, pero el pueblo no. El pueblo violó y traspasó el pacto de la ley porque no cumplió con su parte. De esta manera demuestra Pablo en su razonamiento lo frágil del pacto de la ley y lo indisoluble del pacto de la gracia, donde propiamente no había sino una parte, “que era Dios quien por gracia promete libremente”.
Y ahora viene esta muy lógica pregunta de Pablo: ¿De qué, pues, sirve la ley? O en otras palabras: ¿Cuál fue entonces el propósito de Dios al dar la ley? ¿Qué relación guardaba el pacto de la ley con el pacto de la gracia? Pero el mismo Pablo responde a esto: La ley fue puesta 430 años después de hechas las promesas, “por causa de las rebeliones”. ¿Con carácter temporal ó eterno? Con carácter puramente temporal. ¿Hasta cuando? “Hasta que viniese la simiente” en quien descansaba la promesa. ¿Quién era esta simiente? Cristo.
Luego, la ley tuvo su principio, y fue 430 años después de las promesas hechas a Abrahám, y en los propósitos de Dios estaba que no sería con carácter permanente sino “hasta que Cristo viniese”. Y la causa que motivó que Dios diese el pacto de la ley, fueron las continuas rebeliones del pueblo de Israel.
Y aquí hay otro contraste digno de mención. La promesa dada a Abrahám, incluía una bendición para todas las naciones de la tierra. “Mientras que la ley aunque era con las simientes de Abrahám, según la carne, no tenía que ver sino con una nación”.
“El pacto de la ley fue temporal; no había de durar, como dice el texto, sino hasta que viniese la semiente prometida. Fue transitorio”. El pacto de la ley, por ser inferior (al de la gracia), fue dado por la disposición de ángeles. Fue subsidiario. Ya que uso la palabra subsidiario, mostraré lo que quiero decir. Nuestro texto dice que el pacto de la ley, 430 años después de la promesa, fue añadido. ¿Qué significa añadido? Pues que fue añadido a “algo” que existía antes. ¿Qué fue lo que antes existió? El pacto de la gracia y la promesa del pacto. El pacto de la ley no vino para anular lo que le precedió, sino que vino para serle subsidiario”, para servir de ayuda, de siervo.
“Fue puesto por causa de las rebeliones: Mejor, “fue añadido por causa de las transgresiones”. ¿Añadido a qué? Como un apéndice temporal al pacto de la gracia establecido (antes) con Abrahám”. “El objeto de la ley no es el de prevenir el pecado, sino el de descubrir el pecado”. El objeto de la ley es condenar y no el de dar vida. “Si la ley dada pudiera vivificar, la justicia sería verdaderamente por la ley”. Pero la ley no podía dar vida. La ley entonces fue como un paréntesis, en el tiempo entre Abrahám y Cristo. Su verdadera misión fue y es convencer al hombre de que es pecador y que impotente para salvarse por sí.
Por eso afirma Pablo: “Antes que viniese la fe, estábamos guardados bajo la ley, encerrados”.  Y en Romanos 7:6, dice: “Estábamos detenidos”. Así que la verdadera misión de la ley fue y es convencer al hombre de sus pecados, de la imposibilidad en que se halla de salvarse a sí mismo y guiarlo a Cristo.
En cuanto a los creyentes del Antiguo Testamento “ellos eran justificados a base de observar la ley de TIPOS previstos por “la ley” hasta que Cristo viniese”.“De manera que la ley fue nuestro ayo  para llevarnos a Cristo, para que fuésemos justificados por la fe. Mas, venida ya la fe ya no estamos bajo ayo” (Gálatas 3:24,25).
fíjese bien en esta conclusión: “La ley fue nuestro ayo para llevarnos a Cristo”. La figura está tomada de la costumbre griega.
“El ayo, entre los griegos, era el encargado de los menores; un criado u otro de experiencia, llamado paidagogos, de paidos (niños) y gogos (conductor, guiador): Uno que siempre tenía los niños a la vista, vigilándolos, sujetándolos a disciplina y llevándolos a la escuela, donde se los entregaba al maestro”. Pero cuando el niño llegaba al colegio pasaba de la autoridad del ayo a la del maestro, es decir, quedaba sujeto al maestro. La ley fue mi ayo, que me convenció de mis pecados, me guió a Cristo y ahora no estoy bajo la ley, sino bajo la autoridad y gracia de Cristo”.
“La ley fue nuestro ayo para llevarnos a Cristo” y allí terminó la misión a ella encomendada, nada más puede hacer, nada más se le demanda a aquellos que están en Cristo, “Ya no estamos bajo el ayo”. ¿Quiéres algo más claro que esto? Pocas cosas hay en la Escritura más claramente determinadas. “Al venir el objeto de la fe (Cristo), los herederos de la fe, ya no están bajo la ley. No estamos bajo el ayo”.
En muchas partes Pablo arguye contra cualquier recaída en el judaísmo. Todo el libro de Hebreos está escrito sobre este asunto.
RESUMIREMOS LO DICHO EN TRES PUNTOS :
1- La ley era para antes que viniese la fe y por tanto de carácter temporal.
2- La misión de la ley fue convencer, encerrar bajo convicción de pecado a todos, con el propósito de salvarnos por la fe en Cristo.

3-Que la ley fue para llevarnos a Cristo, pero una vez en Cristo, nada tenemos que ver con la ley.Con esto concuerdan las palabras de Pablo dadas en Romanos 10:4: “Porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree”. Esto como quiera que se mire, dice que la ley termina en Cristo. ¿Dónde termina la ley de Moisés? En Cristo. ¿Qué fin persigue la ley de Moisés? Llevarnos a Cristo, para que creyendo en él seamos justificados. No hoy otra interpretación posible a este pasaje terminante. Léase en conexión con Gálatas 3:19, 24-25, Lucas 16:16 y Mateo 17:1-8.